El terror de esa cama vacía, me vienen ganas de volar.
Se trata de una esperanza y esta espera como la peor de las solicitudes
una malquerencia, un querer asir, una demanda, me vienen ganas de volar.
Este carajo de la soledad, esta es la cárcel donde soñar preso.
Será la lógica de mis padres de producir huérfanos o
ser devorado por ellos, es lo mismo. Me robaron todo,
vaciaron mi casa, dieron vuelta las cosas, fijaron este atroz silencio
esta espera siempre fija como una humillación. Pero yo otorgo
ofrezco mi cuerpo a la destrucción, a la junta al pie de las cárceles
soy esa música que viene a darse despacio y de noche, yo otorgo.
Es un gran agujero el amor, una prórroga, un gran pozo sin luz.
¿Cómo habitar allí? ¿Cómo hallar algo real entre tanto sueño?
No puedo. No resisto.
Entero aplastamiento de cabeza, entero estar en ella por todas partes
ido por mi sangre en la batalla, por mis hallas y mis melancos besos patrias.
No puedo. No resisto.
Sólo queda desplegar el mantel sobre vos y devorarte o
clavar mi graciosa mano en tu pecho y escarbar tu corazón
hasta que se de vuelta en devoción hacia mí.
Ser tu único significante para establecer lazos con el mundo
yo te ofrezco estos baldíos por sufrir. Más amor por favor, más amor.
La soledad es hoy una multitud que me acecha.
Jorge Agustín Romero.
Enero 2012, Chubut.
domingo, 15 de enero de 2012
martes, 5 de julio de 2011
Cuchillo (a Leonel Elizondo)
El placer, su vacío alrededor, la vigencia de un cuerpo destrozado
brutal amanecer entre colchas que suscitan soledad,
y esto es así: el dolor de ese placer, su vacío
Pero entonces, ¿cuál es el límite, la trampa de mi sexualidad?
¿Dónde comienza a escindirse?
Diríase que tengo un delirio organizado
acaso siendo dos dolorosamente y el sostén imaginario del yo.
Yo debiera vivir. Porque estas son mis manos, mis ojos, mi pija, mis pies
esto es lo que me conmueve y me horroriza
y así la tierra nos acumula como un cálculo terrible
terrible cuerpo bestializado en posesivos cuartos oscuros
olor a alcohol, una mancha de tinta sobre el piso
un cuchillo cayendo en la cocina.
Todas las voces, todo el pobrerío de estos días tristes.
Descomunal corazón destrozado
bandada de pájaros huyendo a morir hacia el mar
¿Qué antigua pasión vuelve hecha enfermedad?
Ajados labios rotos y toda la sangre de estas lágrimas
guantes negros que escarban mi basura y
muertos ya esos cuerpos sobre esa cama
cuando la condición del amor es la antropofagia.
Instancias en las que melancolizo alcohólico
sobre la barra de un bar, suma fatal, soledad
fatuo cordel donde se cuelgan las fotos para
instalar una memoria, una muerte natural.
Prender con alfileres la mariposa al corazón
exaltar ese mariposeo, esa carencia de cuerpo real
ese vuelo frágil y buscar y seguir buscando
porque en algún lugar de esta constelación estará mi estrella
¿Pero dónde pararse y cómo? ¿Desde qué lugar hablar?
Hogar donde citar grandes frases seguras
ceñirme a esa seguridad, a esa vigilancia para no caer en la culpa
¿Sé mi dios? ¿A quién le pido?
Siempre hay un sujeto que viene a violarme, una sujeción.
Subir hasta el acantilado más alto y detenerse a mirar el mar.
Adentrarse en selva oscura para buscar el animal
el verdadero llanto que debemos asumir.
Hacer una cinematografía de mis estados,
mis incidentes, mis repercusiones
Y la palabra sería hacer como producir rupturas,
junturas, ruidos, instituciones.
Amar y ser amado. Amar y ser amado.
Amén
brutal amanecer entre colchas que suscitan soledad,
y esto es así: el dolor de ese placer, su vacío
Pero entonces, ¿cuál es el límite, la trampa de mi sexualidad?
¿Dónde comienza a escindirse?
Diríase que tengo un delirio organizado
acaso siendo dos dolorosamente y el sostén imaginario del yo.
Yo debiera vivir. Porque estas son mis manos, mis ojos, mi pija, mis pies
esto es lo que me conmueve y me horroriza
y así la tierra nos acumula como un cálculo terrible
terrible cuerpo bestializado en posesivos cuartos oscuros
olor a alcohol, una mancha de tinta sobre el piso
un cuchillo cayendo en la cocina.
Todas las voces, todo el pobrerío de estos días tristes.
Descomunal corazón destrozado
bandada de pájaros huyendo a morir hacia el mar
¿Qué antigua pasión vuelve hecha enfermedad?
Ajados labios rotos y toda la sangre de estas lágrimas
guantes negros que escarban mi basura y
muertos ya esos cuerpos sobre esa cama
cuando la condición del amor es la antropofagia.
Instancias en las que melancolizo alcohólico
sobre la barra de un bar, suma fatal, soledad
fatuo cordel donde se cuelgan las fotos para
instalar una memoria, una muerte natural.
Prender con alfileres la mariposa al corazón
exaltar ese mariposeo, esa carencia de cuerpo real
ese vuelo frágil y buscar y seguir buscando
porque en algún lugar de esta constelación estará mi estrella
¿Pero dónde pararse y cómo? ¿Desde qué lugar hablar?
Hogar donde citar grandes frases seguras
ceñirme a esa seguridad, a esa vigilancia para no caer en la culpa
¿Sé mi dios? ¿A quién le pido?
Siempre hay un sujeto que viene a violarme, una sujeción.
Subir hasta el acantilado más alto y detenerse a mirar el mar.
Adentrarse en selva oscura para buscar el animal
el verdadero llanto que debemos asumir.
Hacer una cinematografía de mis estados,
mis incidentes, mis repercusiones
Y la palabra sería hacer como producir rupturas,
junturas, ruidos, instituciones.
Amar y ser amado. Amar y ser amado.
Amén
martes, 28 de diciembre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
Contracaribe
1.
Como patada unánime en el culo o vuelo a lo pavote.
El placer irrumpe corrosivamente en este cuerpo
y es feroz la dualidad que me acecha en este campo imaginario.
El viento está por volarme los sesos y así:
al que no se murió lo están matando.
Y dije bien: el viento está por volarme o caer de cara al piso
y tender grandes puentes colgantes.
Es a mitad de la noche que viene a darse el desastre.
Noches en que ni una luz prendida puede salvarme.
2.
Como patada unánime en la cabeza más bestial,
un acceso de soledad a mitad de la noche a mitad de la labor sexual.
Entonces, es el resquicio del dolor sexual
y no ya el dolor que el resquicio va dejando.
Es como matarse allí donde nadie te ve
es como no poseer y ser poseído al mismo tiempo.
Cuando la entrada a todas las cosas es la emergencia.
3.
Como despertarse a mitad de la noche y respirar artificialmente,
es como amanecer en alguna posición (y la posición deberá ser festiva).
"...tutto l´amore, tutta la speranza in contradizzione con la azionne di l´attesa..."
(...todo el amor, toda la esperanza en contradicción con la acción de la espera...).
4.
a. Acaso un cuartel donde pudiera educarme. ¿Acaso la ley?
b. Donde pudiera en perspectiva desufriente.
c. Pero nada, acaso nadie podrá depositarme en los cajeros.
d. Seré pobre por siempre.
5.
Como caminar descalzo en asfalto calcinante.
¿O cómo es, cómo se es, cómo se hace?
6. (Posición festiva)
¿Y si dejo de actuar?
Lo mucho, lo poco como instancias inseparables de mi alma
y mi alma, salvaje restada de una gran suma
medición de mi fealdad en sus corazones.
¿Y si dejo de actuar?
El corazón se fisura después de la fiesta y
sólo queda el fondo, muerta la figura.
Este es mi estado, oscuro de nosotros, los víctimos los victoriosos
parias ridículamente incompatibles
degenerados por "el vértigo estúpido de las cosas".
Como no voy a morir si el reino humano me atribuye su carga virtual
y me sacrifica y luego no me reconoce.
Escribo con un cuchillo a mi lado, y en su filo brilla el sol.
¿Qué busco, qué estoy buscando?
Descifrar el enigma o dispararme,
descargar el arma en medio de la fiesta o
volverme a babear sobre la almohada.
"Tiempo y distancia"
¿Y si se cae el telón?
¿Qué dirá él, sobrecargado de mitos, de espectáculos?
La cobardía de este acto o el teatro de este corazón:
un débil estanque donde mojarnos los pies y sonreír hacia el parque,
hermoso mío, víctima de mi neurosis, mis sufragios.
Como sistema represivo viene a frenarme en medio de la fiesta
donde los putos bien vienen a
apoderarse de mis ojos,
me arrancan la mirada de un solo navajazo.
Y yo tiemblo rendido a los pies de cualquier culto marginal
(o practico la heredad de una cultura).
Pero mi posición es fatal, es dramática,
el teatro viene a fijarse en cualquier parte
y yo no soy capaz de soportar el tercer acto.
Ah...pero el último tiro, el de Hedda Gabler.
Aunque esta historia esta criminalmente hablando
reacción frente al amor y otros desastres
a todo lo que mi sociedad pacta secretamente
y a costa de mí conmigo
o todos nosotros pero solos
siempre solos y fugados en cuanto a todos.
Mientras, si supiera fabricar...
Instancias en que mi cuerpo me queda chico
(y el espectáculo no es menor)
excedido por un pensamiento monstruoso
sin poder trazar el límite de lo público y lo privado.
Cae el telón.
Jorge Agustín Romero.
Como patada unánime en el culo o vuelo a lo pavote.
El placer irrumpe corrosivamente en este cuerpo
y es feroz la dualidad que me acecha en este campo imaginario.
El viento está por volarme los sesos y así:
al que no se murió lo están matando.
Y dije bien: el viento está por volarme o caer de cara al piso
y tender grandes puentes colgantes.
Es a mitad de la noche que viene a darse el desastre.
Noches en que ni una luz prendida puede salvarme.
2.
Como patada unánime en la cabeza más bestial,
un acceso de soledad a mitad de la noche a mitad de la labor sexual.
Entonces, es el resquicio del dolor sexual
y no ya el dolor que el resquicio va dejando.
Es como matarse allí donde nadie te ve
es como no poseer y ser poseído al mismo tiempo.
Cuando la entrada a todas las cosas es la emergencia.
3.
Como despertarse a mitad de la noche y respirar artificialmente,
es como amanecer en alguna posición (y la posición deberá ser festiva).
"...tutto l´amore, tutta la speranza in contradizzione con la azionne di l´attesa..."
(...todo el amor, toda la esperanza en contradicción con la acción de la espera...).
4.
a. Acaso un cuartel donde pudiera educarme. ¿Acaso la ley?
b. Donde pudiera en perspectiva desufriente.
c. Pero nada, acaso nadie podrá depositarme en los cajeros.
d. Seré pobre por siempre.
5.
Como caminar descalzo en asfalto calcinante.
¿O cómo es, cómo se es, cómo se hace?
6. (Posición festiva)
¿Y si dejo de actuar?
Lo mucho, lo poco como instancias inseparables de mi alma
y mi alma, salvaje restada de una gran suma
medición de mi fealdad en sus corazones.
¿Y si dejo de actuar?
El corazón se fisura después de la fiesta y
sólo queda el fondo, muerta la figura.
Este es mi estado, oscuro de nosotros, los víctimos los victoriosos
parias ridículamente incompatibles
degenerados por "el vértigo estúpido de las cosas".
Como no voy a morir si el reino humano me atribuye su carga virtual
y me sacrifica y luego no me reconoce.
Escribo con un cuchillo a mi lado, y en su filo brilla el sol.
¿Qué busco, qué estoy buscando?
Descifrar el enigma o dispararme,
descargar el arma en medio de la fiesta o
volverme a babear sobre la almohada.
"Tiempo y distancia"
¿Y si se cae el telón?
¿Qué dirá él, sobrecargado de mitos, de espectáculos?
La cobardía de este acto o el teatro de este corazón:
un débil estanque donde mojarnos los pies y sonreír hacia el parque,
hermoso mío, víctima de mi neurosis, mis sufragios.
Como sistema represivo viene a frenarme en medio de la fiesta
donde los putos bien vienen a
apoderarse de mis ojos,
me arrancan la mirada de un solo navajazo.
Y yo tiemblo rendido a los pies de cualquier culto marginal
(o practico la heredad de una cultura).
Pero mi posición es fatal, es dramática,
el teatro viene a fijarse en cualquier parte
y yo no soy capaz de soportar el tercer acto.
Ah...pero el último tiro, el de Hedda Gabler.
Aunque esta historia esta criminalmente hablando
reacción frente al amor y otros desastres
a todo lo que mi sociedad pacta secretamente
y a costa de mí conmigo
o todos nosotros pero solos
siempre solos y fugados en cuanto a todos.
Mientras, si supiera fabricar...
Instancias en que mi cuerpo me queda chico
(y el espectáculo no es menor)
excedido por un pensamiento monstruoso
sin poder trazar el límite de lo público y lo privado.
Cae el telón.
Jorge Agustín Romero.
miércoles, 14 de julio de 2010
No te estoy proponiendo nada (Carta abierta)
M.
Escribir (darte) esta carta es una aproximación a la distancia.
Algo, una sustancia opositiva de nosotros sobrevive en mí,
o acaso en mi memoria.
Y llamo memoria a toda muerte del amor.
¿Qué cercanía prevalece?
¿Qué exacto yo se oculta detrás de tu figura?
Tu cuerpo, depositario de todos mis excedentes, mis esclavitudes.
(Cierta facultad de herir por la herida misma).
Todo lo que vuelco en vos, todo signo de vos vuelve a mí destrozado.
Y roto y puto el corazón: ¿Quién de los dos es el preso?
¿Es el abandono una forma del amor? Digo, si el amor como un terror.
Quise yo. Quise siempre. Pero, el odio.
El odio como una catástrofe del olvido.
Acaso odiándote una estructura mía me impide atacarte:
así como atarte y darte en los exactos
o besarte y que nada nos sobreviva.
¿Quién es el preso?
¿Quién, por disposición de un fantasma, promueve el luto interminable?
¿Qué es lo intratable, lo innombrable del amor?
¿Cuándo dejarás de dolerme?
En esa instancia en que mi boca dice M, yo muero
y peor que muero: sufro. No siempre. Pero sufro.
Y recuero bailar junto a vos “esa canción francesa”
y tu bombacha siempre fija en el cajón.
La verde con puntillas, puntos, ligaduras.
¿Qué duración, qué eternidad nos liga? ¿Por qué el amor?
Y sí, todo amor promueve tajos y víctimas.
Pies fríos. Territorios de la cama que no me atrevo a ocupar.
Y tu bombacha siempre fija.
Esta carta como un arduo atardecer.
No por casualidad es domingo y llueve y hace lejos.
Lejos de mí.
Por si acaso lloro. Y pienso en los hombres que te tocan, que te tocarán.
Hombres que te desabrochan el corpiño con destreza.
La versión que propongo es la de verte a través de un vidrio.
O que mi corazón se desplome, viciado.
NO PUEDO SALIR DE ACÁ.
Escribir (darte) esta carta es una aproximación a la distancia.
Algo, una sustancia opositiva de nosotros sobrevive en mí,
o acaso en mi memoria.
Y llamo memoria a toda muerte del amor.
¿Qué cercanía prevalece?
¿Qué exacto yo se oculta detrás de tu figura?
Tu cuerpo, depositario de todos mis excedentes, mis esclavitudes.
(Cierta facultad de herir por la herida misma).
Todo lo que vuelco en vos, todo signo de vos vuelve a mí destrozado.
Y roto y puto el corazón: ¿Quién de los dos es el preso?
¿Es el abandono una forma del amor? Digo, si el amor como un terror.
Quise yo. Quise siempre. Pero, el odio.
El odio como una catástrofe del olvido.
Acaso odiándote una estructura mía me impide atacarte:
así como atarte y darte en los exactos
o besarte y que nada nos sobreviva.
¿Quién es el preso?
¿Quién, por disposición de un fantasma, promueve el luto interminable?
¿Qué es lo intratable, lo innombrable del amor?
¿Cuándo dejarás de dolerme?
En esa instancia en que mi boca dice M, yo muero
y peor que muero: sufro. No siempre. Pero sufro.
Y recuero bailar junto a vos “esa canción francesa”
y tu bombacha siempre fija en el cajón.
La verde con puntillas, puntos, ligaduras.
¿Qué duración, qué eternidad nos liga? ¿Por qué el amor?
Y sí, todo amor promueve tajos y víctimas.
Pies fríos. Territorios de la cama que no me atrevo a ocupar.
Y tu bombacha siempre fija.
Esta carta como un arduo atardecer.
No por casualidad es domingo y llueve y hace lejos.
Lejos de mí.
Por si acaso lloro. Y pienso en los hombres que te tocan, que te tocarán.
Hombres que te desabrochan el corpiño con destreza.
La versión que propongo es la de verte a través de un vidrio.
O que mi corazón se desplome, viciado.
NO PUEDO SALIR DE ACÁ.
viernes, 23 de abril de 2010
Un estúpida canción
Mirame.
Este soy yo.
Esta es mi cama, mi campo alemán
el film donde sigo muriendo.
¿Cómo decirte?
Mi tiranía a fuerza de aferrarte
la justa soledad de mi cuchillo en tu corazón.
Huecos en los que lloro sin mirar la hora
noches en que el invierno mata a mis parientes
y por oposición no puedo hallarte
y sin embargo
una figura tuya se filtra en el terror de mi almohada
y tengo los pies fríos y soy la pesadilla que te asume
soy la pesadilla que te asume.
Es una canción triste, sí, pero debemos someternos.
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