martes, 22 de julio de 2008

Circe



Solo contra la tierra
este sudor de instintos ha deshecho mi rostro de pájaro confuso
extraviado en los restaurantes de los tejados bajo la mañana
sin oficio
convertido de pronto en la bestia inocente que ronca entre las
flores
una mano de adiós
un golpe de olas en el alma

Disfrazado de playas y ciudades que pasan
las promesas se olvidan como en sueños
como un reverbero de moscas en tales países sin escrúpulos
ni socorro
en las eternas fogatas del tiempo
entre las plagas de la inconstancia
mientars se coagula al sol un vino de archipiélagos
-oh carne sobrenatural con tu incomprensible gemido celeste
torturado y salvajemente vivo en las venas-
ahora que revisto la piel del cerdo fosforescente
el olfato del camino
su relámpago de mujeres dormidas exhalando el perfume
penetrante de la tristeza
de plumas de sexo barridas por el viento
Pero te recobro
oscuro corazón de prisionero y de desafío
ciego corazón humano
con el hechizod e la corriente
vacilaciones éxtasis y terrores
y el musgo de abismo que brilla entre dos bocas que se besan
para ser nuevamente sólo un hombre sin más amparo que tu
furia
sin otro cielo que tu aliento
como una blasfemia deslumbrante como un lazo demente
tendido a los más puros vampiros de la tierra.

Enrique Molina

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