¿Cómo, quién no quiere la cosa?
Hartos ataques de la escasez, harto terror.
No pienso. No sé pensar. No puedo escribir.
Promuevo un suicidio que no puedo convenir con nadie.
Las cosas no han cambiado. Soy el mismo de siempre.
El implícito de la última fila
el puto, el maricón.
Siempre este clima marginal del porvenir,
esta sustitución del dolor por la cárcel misma
donde el sujeto viene a dar con la horca.
¿Acaso soy justo?
Ando como quien oye morir.
1 comentario:
Sos genial.Realmente.
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